Un Adiós Inesperado
Una de las peores cosas que te puede pasar en la vida es que te llamen para decir que alguien a quien tú amas tuvo un accidente...
El día viernes 04 de diciembre del 2015 como nunca Ignacio se levanto muy temprano a trabajar... recuerdo que yo me hice la dormida, pero estaba escuchando y sintiendo todo lo que pasaba a mi alrededor, antes de salir de casa se despide de nuestro pequeño hijo, quién en ese momento sólo tenía 6 meses, y le dice: "dile a tu mamá que la amo"... me dio un beso en la frente y se fue... esa fue la última vez que escuche su voz...
Ese día transcurrió de manera normal hasta que a las 19:00 hrs. aproximadamente recibí el llamado... ese llamado que no quisieras recibir nunca, donde la mamá de Ignacio me dice que él había tenido un accidente, no sabíamos que había pasado sólo que lo estaban trasladando al Hospital en Chillán. En ese momento, la incertidumbre y el miedo se apoderaron de mí... necesitaba saber que había pasado por lo que rápidamente nos trasladamos junto a su familia a Chillán para poder estar a su lado... Los minutos pasaban... el viaje se hacía eterno... y aún no sabíamos nada... toda la información que recibíamos era incierta...
Cuando por fin llegue al hospital de Chillán, mi papá y mi hermana me estaban esperando... recuerdo haber bajado rápidamente buscando contención y que me informarán como estaba, mi papá me abrazo muy fuerte y me dice: "esta mala la cosa hija... Ignacio no está bien..." me puse a llorar y le respondí: "Papá ¿qué voy hacer ahora...?", no sabía qué hacer, por primera vez en mí vida sentí que todo pasaba y yo no tenía control de nada... no podía creer lo que estaba sucediendo... era como una película.
Ingrese a urgencia y me hicieron esperar en la puerta de la sala de reanimación... me entregaron sus cosas: su banano, su anillo de matrimonio, su billetera, su cadena y su crucifijo... ¡todas sus cosas!... me dolía el alma, pero no podía hacer nada... sólo esperar... fueron las horas más largas y dolorosas de mí vida...
Cuando por fin los médicos pudieron informar su condición de salud, mis peores temores se hacían realidad, estaba grave y solo había que esperar para ver como respondía al tratamiento...
A las horas lo trasladaron a la UCI del hospital y por fin pude verlo y estar con él... saben tenía mucho miedo de no ser capaz de verlo, de no ser fuerte, de desplomarme a su lado... tenia terror de verlo, de tocarlo, de no saber que decir... sentía pena y dolor de verlo así...
A pesar de todo me arme de valor y entre a estar con él, lo mire en la camilla conectado a muchos aparatos e inconsciente... no me pude contener y llore a su lado... le toque su mano y le dije: "Ignacio no nos puedes dejar... te necesitamos... con Simón te necesitamos"... esperaba que como en las películas él moviera su mano y reaccionara, pero no ocurrió... le pedí que luchará por su vida, le pedí perdón por todo... le dije que lo amaba...
Al día siguiente le lleve una foto de los tres y se la pegue en una de las tantas maquinas... le puse una cruz, la misma que tenía Simón cuando estuvo en la UCI... necesitaba que ese lugar tuviera algo de calidez, el pronóstico aún era desalentador, aunque ya habían pasado las primeras 24 horas... 48 horas... yo seguía confiando... seguía creyendo que este milagro se podía cumplir.
Durante nuestra estadía en el hospital, la familia y los amigos se hicieron notar, siempre acompañando, conteniendo y rezando... estábamos todos enfocados en que Ignacio se recuperará y en reponer fuerza para continuar de pie.
El 07 de diciembre a las 00:30 aproximadamente recibo un llamado, debía ir urgente al hospital porque Ignacio estaba mal... me paralice por un segundo, el miedo recorrió todo mi cuerpo y comencé a gritar que me llevaran al hospital, que tenía que estar ahí con él... cuando llegue entre corriendo, en todo momento le rece a Dios que tuviera piedad, aún tengo la imagen en mi cabeza de entrar a la UCI y ver a 6 -7 profesionales tratando de reanimando a Ignacio... una enfermera se da cuenta que yo estaba ahí y me saca del lugar... me pide comprensión y que espere en el pasillo porque la doctora vendría... ya no tenía fuerzas para sostenerme sólo me desplome en el pasillo... a los minutos, que fueron eternos, llega la médico y me dice en tono pausado y muy suave: "llevamos más de 20 minutos intentando reanimar a su marido... y aún no responde... su cerebro lleva 20 minutos sin recibir oxigenación y desconocemos el nivel de daño que pudiera tener... vamos a intentar la última serie de reanimación...", yo solo me quede sentada en el piso... mire al cielo y dije: "Vuela alto mi amor...", cuando se me informo su muerte, no quise que nadie me tocará, ni me hablará ni me mirará... quería estar sola... quería hacer un hoyo en la tierra y no salir más... me sentía desolada y devastada...
Al rato me informan que puedo entrar a verlo y saben... mi Nacho estaba sin ninguna maquina, no habían rastros del accidente, estaba sobre la camilla aún tibio, me acerque, lo abrace, lo bese, le dije que lo amaba, que estuviera tranquilo porque yo cuidaría de nuestro hijo y le di las gracias por haber luchado por su vida... olía a un aceite que aún no he podido identificar bien... creo que eucalipto o algo así... me tendí sobre su pecho y dormite durante aproximadamente unos 20 minutos, aunque en realidad no lo sé porque el tiempo en ese momento se detuvo para mí... al equipo médico le agradeceré toda la vida por darme la oportunidad de experimentar esa maravillosa despedida.
Desde ese momento no conteste ninguna llamada telefónica, ningún mensaje, ni correo... sólo quería desaparecer, la felicidad se desvaneció para mí y comenzaron los trámites y la burocracia que sólo hace el proceso aún más doloroso...
Pedí que le colocarán su argolla y que lo vistieran con su smoking de matrimonio, cuando fue su funeral yo escolte su ataúd, porque así como una vez salíamos de una Iglesia felizmente casados así también saldríamos juntos en la despedida.
A ese hombre lo amo, lo ame y lo amaré infinitamente... y tengo la seguridad y la convicción de que esta historia continuará, no en esta dimensión, sino en una mucho mejor.
Algunas reflexiones que al día de hoy puedo compartir de todo lo que he vivido:
1.- Vivan su pena y tristeza como ustedes quieran..., pero vívanla, déjenla fluir; contenerla y aminorarla sólo la hará más grande y dolorosa.
2.- El momento de vivir, amar y perdonar es ahora, ustedes no saben si la persona que tienen enfrente seguirá estando mañana.
3.- La familia y los amigos son un regalo maravilloso, aún recuerdo a todas las personas que estuvieron con nosotros físicamente y a la distancia... gracias... infinitas gracias por sostenerme, consolarme, amarme y aguantarme.
4.- Todas las vivencias por dolorosa que estas sean se puede superar, debes confiar en ti y acoger el amor que recibes de las personas que te rodean. Las cosas todos los días se irán haciendo un poco más fácil.
5.- Los servicios de urgencia de los Hospitales son para la atención de pacientes con riesgo vital, mi esposo recibió atención de manera inmediata, el equipo de médicos y profesionales se portaron excelente conmigo y su familia, fui testigo directo de cómo agotaron todos los recursos para mantenerlo con vida... también para ello es doloroso perder a sus pacientes y contener a la familia a lo largo de todo el proceso. Mi más profunda admiración para los profesionales de salud que se desempeñan en los servicios de urgencia... su labor es maravillosa.
6.- La vivencia del duelo es larga y dolorosa, se debe tener presente que para su adecuada elaboración se requiere estar abierto a recibir la ayuda, acompañamiento y amor de las personas que nos rodean, siendo muchas veces necesario iniciar un proceso de acompañamiento profesional con psicólogos y/o psiquiatras.
7.- Contar esta historia evidentemente es doloroso para mí, aún lo extraño demasiado y duele enormemente su partida, pero esto también es parte de mi proceso de recuperación, visibilizar mi dolor y mi humanidad me permite crecer y continuar.
Gracias por leerme... un fuerte abrazo...
Por Gemita Quilodrán Molina

